(Fuente: Foros Revista Semana: impacto del coronavirus en el medio ambiente. 21 de abril de 2020. Ponentes: Manuel Rodríguez Becerra, exministro de Medio Ambiente. José Yunis Mebarak, coordinador del programa REM Colombia Visión Amazonía. Brigitte Baptiste, ambientalista y actual rectora de la Universidad EAN).

Con la propagación de la pandemia y el confinamiento obligatorio el planeta ha reducido sus niveles de afectación e intervención a los ecosistemas que nos deja ciertas lecciones.

El medio ambiente ha sufrido graves daños en todos los niveles durante las últimas décadas por diferentes causas atribuidas a los gases efecto invernadero, la contaminación de la atmósfera, de los ríos, los mares, la industrialización desmedida, la alteración de cuencas y microcuencas y sus ecosistemas, los cultivos ilícitos, la deforestación, la ganadería extensiva, el narcotráfico, entre otros aspectos.

Igualmente, la naturaleza ha vivido grandes transformaciones que se ven reflejados en la pérdida de biodiversidad, desertificación, calentamiento global, deshielo de los polos, inundaciones, incendios forestales, sunamis, desastres ambientales que perturban la vida silvestre y los ambientes donde perviven la fauna y la flora.

Todo lo cual ha desencadenado problemáticas socioambientales y culturales que alteran el orden natural, afectando a sí mismo la vida humana y poniendo en peligro la supervivencia en la Tierra.

En este sentido el mundo entero ha prendido las alarmas a través de diferentes tratados y conferencias que han puesto sobre la mesa la necesidad de replantear la manera como la humanidad ha venido comportándose en la relación hombre – naturaleza y su afán antropocentrista como centro del universo. Sin embargo, dichas apuestas no han tenido un eco suficiente y los resultados han sido relativamente pocos en el concierto internacional.

Llama la atención como el Coronavirus ha dejado ver una estela de esperanza frente a las circunstancias que en materia ambiental se vienen presentando, mostrando como al disminuir la actividad humana se logra evidenciar con mayor atención la vibración de las especies que siempre habían estado allí, pero que por la premura y el diario trajinar lograron perderse a la vista de todos.

Es cierto que las ardillas, las aves, los pingüinos, los delfines, entre otros animales se han visto con mayor facilidad; las montañas y sus praderas se tiñen de un verde más reluciente, las aguas se ven más cristalinas que nunca; los cantos de los pájaros son

más perceptibles al oído, todo se ve más limpio y la quietud ha penetrado los sentidos haciendo más sensible la existencia misma.

En Venecia, por ejemplo, sus famosos canales muestran una transparencia y pureza en sus aguas debido a la poca concentración de dióxido de nitrógeno (NO2) y de emisiones de carbono producidos por la actividad industrial y turística. A su vez, ciudades como Nueva York han reducido los índices de monóxido de carbono a la mitad por la no circulación de automóviles y vehículos de carga. Mientras que en China la Nasa revela como la concentración de dióxido de nitrógeno (NO2) disminuyó de manera significativa en varias ciudades de ese país.

Por su parte en Bogotá, según cifras de la Secretaría de Medio Ambiente, la calidad del aire mejoró en un 81%, producto de las restricciones vehiculares e industriales que se impusieron al inicio de la cuarentena. De igual manera, en la bahía de Santa Marta, el agua del mar luce actualmente con completa transparencia, dejando ver la llegada de manadas de delfines como un fenómeno poco usual en sus playas.

Pero ¿qué pasará cuando todo esto termine, cuando las fábricas vuelvan a funcionar, los autos vuelvan a tomar su rumbo, las industrias prendan sus motores, las gentes salgan a trabajar y conseguir su sustento diario? Eh ahí el dilema, porque, aunque en los tres meses de paralización se han evidenciado acontecimientos positivos y a la vez alentadores, se tendrán que hacer grandes esfuerzos para no olvidar este presente y reconfigurar la esencia del ser humano en el mundo.

Muchas serán las medidas que habrá que introducir como sociedad para generar trasformaciones de fondo que ayuden a mitigar la realización de acciones para no atentar contra el medio ambiente y ello dependerá en gran parte de las decisiones políticas que se tomen, teniendo en cuenta que la estabilidad ambiental también dependerá de la atención que se dé a la salud, a las personas más vulnerables y a las nuevas dinámicas económicas con un sello verde preferiblemente.

Asistimos a un despertar que nos lleva a nuevas conquistas ambientales y sociales para conservar, cuidar y proteger el planeta, los cuales nos conducen indefectiblemente a una reconstrucción interior de cara a una realidad marcada por el hambre, la desesperanza, los desaciertos de otros tiempos, aún por resolver en el momento presente.

De acuerdo a lo anteriormente expuesto, ¿cuáles son entonces las lecciones ambientales que nos deja el Covid – 19?

1. Nos ha obligado a analizar posibilidades que antes eran solo teóricas como el cambio de fuentes de combustibles, patrones de consumo, otras formas de organizarnos.

2. Realizar un plan masivo de reforestaciones, apreciar y valorar la biodiversidad y la necesidad de replantear el modelo económico actual.

3. Profundizar en una economía mucho más sostenible, como la economía circular que es una oportunidad empresarial.

4. Es el momento del Estado para conectar sectores y actividades económicas.

5. Las lecciones de la historia nos indican que es posible tener un cierto grado de optimismo hacia el futuro. Ir hacia una economía más limpia, más verde.

6. Oportunidades de movilidad: Toda esa serie de viajes, reuniones, encuentros y desplazamientos quedan descartados. La tecnología va ayudar a reducir las emisiones de CO2 gracias a la conectividad y el mayor uso de la virtualidad.

7. Implementación del turismo de bioseguridad, con menos aglomeraciones.

8. El bienestar es visto desde una perspectiva agroecológica y de desarrollo rural equitativo. Las poblaciones rurales que producen comida bajo ciertas condiciones, indudablemente tienen un potencial gigantesco para regenerar la economía del país y al mismo tiempo superar los problemas de la pobreza.

9. La economía, la gobernabilidad, la educación del futuro y todos los aspectos de nuestra vida van a estar atados a las políticas y a las inversiones que se hagan en conectividad y democracia digital.

10. El Covid- 19 nos ha impulsado a migrar hacia un sistema de conectividad digital en el cual todas las grandes empresas multinacionales con sus corporaciones y comunicaciones están ganando muchísimo dinero, están haciendo unas inversiones importantísimas y nos está moviendo hacia una sociedad hipertecnológica en términos de la IV y la V revolución industrial.

11. Somos una sociedad interconectada. Vamos a ser una sociedad más frugal y habrá menos uso de los recursos naturales. El frenón que vivimos nos hace pensar más las cosas que estamos haciendo y lo que es realmente vital.

12. La revolución en la educación es imparable. Cambiaron los parámetros de educar y ahí no hay reversa en las universidades, colegios. En ninguna parte vamos a poder seguir educándonos de la manera que lo veníamos haciendo.

13. Hay que poner todo el conocimiento a favor de una solución que nos lleve a un mundo mejor.

14. Toda nuestra actividad debe estar centrada en la solidaridad con los más vulnerables y ahí es donde hay que poner todos nuestros esfuerzos en acción.